Su irrupción provocó un terremoto político y fue un factor determinante para que, pocos años después, finalizara la Guerra de Vietnam. Para Daniel Ellsberg fue sólo una cuestión de conciencia: vio algo que estaba muy mal y lo reveló. Su historia, que marcó también un hito en la libertad de prensa norteamericana, hizo todo el resto.
Corría 1967 cuando el secretario de Defensa norteamericano Robert McNamara ordenó investigar qué había salido mal en la guerra en el sudeste asiático. Uno de los involucrados en el estudio era Ellsberg, un graduado de Harvard que integró el cuerpo de marines y que en ese entonces trabajaba en la Rand Corporation, convocada por el Pentágono para realizar el informe.
Ellsberg descubrió en los documentos una trama secreta de decisiones equivocadas y engaños intencionales sobre la guerra, que abarcaba las presidencias de Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon.
Convencido de que la divulgación de las actas (conocidas luego como "Los papeles del Pentágono") no significaba una amenaza para la seguridad nacional, sino que ayudaría a consolidarla, Ellsberg fotocopió 7000 páginas de documentos y los envió al New York Times y al Washington Post. Corría el año 1971. Así, la población se enteró de que, mientras el gobierno proclamaba que no se buscaba ampliar el conflicto de Vietnam, en el terreno los hechos mostraban exactamente lo contrario: un empantanamiento cada vez mayor y una sangría de soldados por la prolongada guerra de guerrillas.
Indignado, el gobierno de Nixon ordenó detener la publicación de los documentos. Pero en un fallo histórico para la libertad de prensa, la Corte Suprema ordenó su reanudación. Desde la clandestinidad, Ellsberg continuó filtrando la información.
La Casa Blanca lo acusó de robo, espionaje y conspiración, envió un equipo con la intención de "incapacitarlo totalmente" y otro (integrado por los "plomeros", que luego tendrían activa participación en el Watergate) para que irrumpiera en las oficinas de su psicoanalista, con el objeto de cuestionar su salud mental.
Buscado por el FBI en la mayor cacería humana en el país desde el secuestro del hijo de Lindbergh, Ellsberg se entregó a un fiscal en Boston. Pero el juicio quedó en la nada después de que se comprobara que el gobierno había cometido prevaricato, supresión de evidencia, ocultamiento de testigos y robo con allanamiento de morada.
Lo que siguió forma parte de los capítulos más resonantes de la historia norteamericana: Nixon renunció en 1974 por el Watergate y, un año más tarde, con la pesada carga de un millón de vietnamitas y 58.000 soldados norteamericanos muertos, la guerra de Vietnam llegaba a su fin.
2004
Ellsberg continuó su labor como activista político, y hoy vive en una sencilla casa en Berkeley, San Francisco, decorada con estatuillas de budas y con rosas. Tiene tres hijos y cinco nietos, pero su cruzada personal parece no haberse extinguido.
En las últimas décadas, su presencia fue constante en protestas contra las intervenciones norteamericanas en el exterior y la proliferación nuclear, a tal punto que fue arrestado entre 60 y 70 veces.
Si bien ha manifestado que todos los gobiernos mienten –en mayor o menor medida–, no dudó en calificar como el peor al gobierno de Bush. "Tanto en Vietnam como en Irak fuimos engañados sobre las razones para ir a la guerra y el impacto que tendrían esas decisiones", dijo Ellsberg en diálogo telefónico con LA NACION. Y citó como motivo para atacar a Irak el petróleo y las ansias imperiales de la actual administración.
"Lamentablemente, la violencia seguirá hasta que nos vayamos de allá, y mucha gente morirá, especialmente iraquíes", añadió, al comentar cómo los errores de cálculo alimentaron la ira antinorteamericana: "Osama ben Laden no podía haber soñado un mejor método para reclutar voluntarios", señaló.
Ellsberg recordó cómo Washington machacó hasta el hartazgo que Saddam era la amenaza número 1 para EE.UU. "¿Más peligroso que Al-Qaeda, Corea del Norte, los misiles rusos perdidos, que un conflicto nuclear entre la India y Paquistán? Es difícil de creer", sostuvo. También cuestionó duramente al Congreso y a la prensa porque, a su juicio, no rebatieron como debían esa teoría oficial.
Ellsberg exaltó las figuras de Joseph Wilson (el diplomático norteamericano que afirmó que Bush mintió sobre la presunta intención de Irak de comprar uranio en Níger) y del científico británico David Kelly, informante de la BBC que luego apareció muerto.
"Hay otros, como Richard Clarke, que han escrito para denunciar al gobierno. Pero debería haber más, y es mejor actuar antes de que comience la guerra. Ojalá yo, o algún otro, lo hubiera hecho en 1964 o 1965", dijo Ellsberg, que publicó sus memorias en octubre de 2002, saludadas efusivamente por John Kerry. "Su coraje ayudó a salvar vidas en Vietnam", dijo el ex candidato demócrata.
Actualmente, el ex funcionario "rebelde" (que tiene un sitio en Internet, www.ellsberg.net ) reparte su tiempo entre el Truth Telling Project –entidad que promueve la libertad de conciencia de los funcionarios públicos para denunciar actividades antiéticas–, innumerables conferencias y labores académicas. Y se mantiene fiel a su dogma: "Exponer las mentiras de un gobierno conlleva un grave riesgo personal, aun en democracia. Pero vale la pena cuando hay vidas en peligro".
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=660517
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