El asesinato del cuarto científico nuclear en Teherán vuelve a plantear quién está detrás de los ataques contra el régimen iraní y, sobre todo, si EEUU o Israel han declarado una guerra secreta para sabotear el programa nuclear. La revista Foreign Policy publica un amplio reportaje, citando fuentes de la CIA y otros servicios de inteligencia, que señala al Mossad por su relación con el grupo salafista suní Jundallah.
Los norteamericanos descubrieron alarmados durante los últimos años de la Administración de Bush que los agentes israelíes se hacían pasar por espías norteamericanos al entablar contactos con representantes de Jundallah, muchos de ellos celebrados en Londres. Por su ideología salafista, es de suponer que los miembros de este grupo armado tendrían algunos inconvenientes en recibir ayuda del Mossad. ‘Disfrazarse’ de agentes de la CIA solventaba esa dificultad.
Cuando los servicios de inteligencia norteamericanos se enteraron no daban crédito. Eso implicaba a EEUU en el apoyo a un grupo armado que había cometido atentados contra objetivos militares iraníes, pero también contra civiles, por ejemplo en mezquitas chiíes. La Casa Blanca pidió explicaciones a la CIA y, tras conocer la respuesta, Bush se enfureció, según el artículo. El Mossad operaba en la más absoluta impunidad sin importarle lo que pensara su mejor aliado (no es una novedad, el Mossad también trabaja dentro de EEUU).
“No nos dedicamos a asesinar a altos cargos iraníes o a matar civiles iraníes”, dice una fuente de inteligencia. A diferencia del Mossad, podría haber añadido.
“This certainly isn’t the first time this has happened, though it’s the worst case I’ve heard of,” former Centcom chief and retired Gen. Joe Hoar said of the Israeli operation upon being informed of it. “But while false-flag operations are hardly new, they’re extremely dangerous. You’re basically using your friendship with an ally for your own purposes. Israel is playing with fire. It gets us involved in their covert war, whether we want to be involved or not.”
No importa lo furiosos que estuvieran en la CIA. Nunca hay consecuencias cuando la política israelí perjudica los intereses de Washington. Nadie se atreve a denunciarlo públicamente. Al igual que con la eliminación de un dirigente de Hamás en Dubai, en la que se usaron pasaportes falsos de países europeos, ser aliado de Israel obliga aparentemente a tragar con eso y mucho más.
Jundallah, fundada en 2003, no es un nombre que aparezca mucho en los medios de comunicación. Eso no quiere decir que sea un completo misterio. Ya en 2007 y 2008 se sospechaba que recibía ayuda de EEUU. Por entonces no figuraba en la lista de organizaciones terroristas elaborada por el Departamento de Estado, que esperó hasta noviembre de 2010 para corregir esa extraña omisión. El cambio se produjo pocos meses después de un atentado contra la mezquita chií de Zahedan en el que murieron 27 personas y 169 quedaron heridas.
Como organización radical suní, Jundallah no cuenta con muchos apoyos entre la mayoría chií del país. Dice luchar contra la discriminación que sufren los suníes, que son cerca del 10% de la población total pero un porcentaje mucho mayor en la provincia de Sistán y Baluchistán, fronteriza con Pakistán y Afganistán (mapa). Irán ha acusado también al servicio de inteligencia paquistaní de financiar y armar a Jundallah, al igual que hace con los grupos yihadistas que operan en Afganistán o Cachemira.
Los contactos del Mossad con Jundallah confirman que los israelíes están dispuestos a aliarse con el diablo para acabar con el programa nuclear iraní. No les importa dar patadas en un avispero ni implicar a EEUU, lo que hace sospechar que estarían encantados de arrastrar a Washington a un conflicto bélico con Irán.
Foto: Dos miembros de un comando suicida de Jundallah fotografiados antes del atentado de julio de 2010 contra una mezquita.
Una entrevista en Al Jazeera English con Mark Perry, autor del reportaje de Foreign Policy.
Según la web israelí DEBKAfile, que basa sus informaciones en fuentes anónimas de los servicios de inteligencia israelíes, Obama llamó por teléfono a Netanyahu el jueves para criticar con dureza el asesinato del científico iraní. El artículo relaciona el reportaje de Foreign Policy con un intento norteamericano de distanciarse de Israel en el conflicto con Irán.
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