Joshua Landis
Joshua Landis, escritor y periodista estadounidense, dijo que su Centro documentó la “huida de 40 mil personas de una de las áreas en la provincia siria de Hassaka, donde hay presencia del “ejército libre”, al igual que huyeron muchos cristianos de Hassaka y Qamishli a Turquía por temor a ser secuestrados, como ocurrió con algunos de ellos”.
El anterior reconocimiento de Landis no le impidió hacer otra confesión: “Occidente, Arabia Saudita y Qatar están ayudando enormemente al ejército libre en el terreno, para cambiar la balanza de la fuerza militar en Siria”.
Un simple vistazo a ambas declaraciones juntas, pone de manifiesto que el objetivo de ese apoyo es difundir el caos mediante la promoción de la presencia de los terroristas sin importar la denominación que se les quiera dar a éstos.
Según Landis, el terrorismo se manifiesta en suministrar “las mejores armas, como ocurrió en Alepo y otras ciudades, para ejercer presión sobre el régimen en Siria”.
Una tercera confesión no menos peligrosa, porque el objetivo no ha sido y nunca será la difusión de la democracia, la libertad y la protección de pueblo sirio, como alegan los mercaderes de la política y sus mercenarios en el Consejo de Estambul y la Coalición de Doha, sino que se pretende presionar así al gobierno sirio.
La presión que se ejerce sobre un gobierno es conocida en la ciencia de la política, como una herramienta para obtener concesiones, y es ahí donde está el quid, ya que Occidente emplea el terrorismo y el sucio petrodólar para obtener concesiones del sistema político en Siria, como ocurrió por allá en 2003, cuando Colín Powell exigió en vano del gobierno sirio cortar sus vínculos con las fuerzas de resistencia en la región y mantenerse alejado de Irán, Estado aliado a Siria, y la resistencia, y lo más importante, mostrar una voluntad para entrar en negociaciones con “Israel” bajo las condiciones de ésta.
Sin embargo, Landis habla con amargura por el fracaso de Occidente para encontrarle cualquier eficacia a la oposición en el extranjero cuando dice: “La oposición en el extranjero se mantuvo dividida entre sí”, y afirma que todo lo que se dice sobre “la unidad de la oposición y el control de sus líderes de los insurgentes en Siria no convence a los analistas, que saben que la coalición de la oposición no controla nada sobre el terreno en Siria”, señalando que la prueba de ello es la existencia de varios grupos que rivalizan entre sí en el terreno, como el Frente Islámico, los Libres del Sham y el Frente de Liberación, lo que constituye, como manifestó, “un factor de inquietud y temor para toda la gente”.
Igual evidencia sobre las falsas alegaciones de la oposición siria en el extranjero sobre su control de la situación en Siria la muestra Landis cuando dice: “la dirigencia civil de la oposición en el extranjero_ como gusta llamar a esa coalición_ alega que controla la situación militar y nadie se lo cree, ya que los armados en Siria son quienes luchan como locos sobre el terreno, rivalizando entre sí, y están muriendo”.
Ante esta oscura imagen de la oposición, tanto en su sección política como militar_ si es que sería cierta esta división_ , y el reconocimiento de Occidente de los crímenes de los grupos armados y las violaciones de estos grupos de los derechos humanos, además de su falta de fe en el concepto de un Estado moderno, se convierte en una necesidad imperante para todas las partes que representan a la oposición nacional en el país y el extranjero, reconocer el rol verdadero de Occidente en todo lo que está sucediendo en Siria, en la devastación, la destrucción y la difusión del caos y el terrorismo, y se dirigirse hacia la formación de un frente nacional real que una bajo el crisol de la patria al gobierno y la oposición, y así poner fin a los mercenarios de la OTAN, haciendo que todos los potenciales sirios se unan en la batalla para proteger a la patria, proteger al Estado civil que es Siria.
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