Mientras, las tropas opositoras señalan que la retirada es para evitar "bajas innecesarias"
AFP
Los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS) se retiraron de los barrios centrales de Alepo ante la ofensiva lanzada por las tropas gubernamentales para retomar el control de la zona.
Según la televisión estatal siria, los habitantes de esas zonas recibieron con algarabía a las tropas gubernamentales y “agradecieron sus acciones en contra de los rebeldes que mantuvieron el centro de Alepo bajo su control durante casi tres semanas”.
Un coronel del Ejército Libre Sirio (ELS) dijo a la agencia EFE que sus combatientes se retiraron del barrio de Salahedín para “evitar pérdidas innecesarias”.
Mientras tanto, la cadena Al Arabiya informó que las fuerzas leales al régimen de Bashar al Assad expulsaron también a los “terroristas” de los barrios de Asila y Bab el Nasr de esa ciudad. En los distritos de Bustan al-Basha y Bab al-Hadid los rebeldes en una acción desesperada atacaron para tomar el control de puntos estratégicos.
Por su parte, fuentes militares indicaron que las operaciones para “limpiar” el centro de Alepo de terroristas puede llevar algunos días debido a la densidad de las edificaciones en esa zona. Añadieron que continúa la ofensiva del Ejército sirio con apoyo de aviones y helicópteros de combate en las afueras de esa ciudad donde se encuentran atrincherados las fuerzas antigubernamentales.
Según el canal iraní Press TV, las fuerzas opositoras han sufrido también serias bajas en el barrio de Hanano, al noroeste de Alepo, donde los rebeldes contaban con respaldo extranjero
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Los rebeldes sirios, asustados por el extremismo de sus aliados extranjeros Los insurgentes sienten que los islamistas extranjeros son “demasiado extremistas”
El conflicto sirio ha atraído a islamistas de todo el mundo árabe, deseosos de ayudar a sus “hermanos” a derrocar “al régimen apóstata”. ¿Pero van a deponer sus armas los aliados árabes si cae el gobierno de Assad? Los rebeldes sirios ya están sospechando que no.
“Son demasiado extremistas, quieren volar cualquier símbolo estatal, hasta las escuelas”, dijo a la agencia Reuters Abu Bakr, un comandante rebelde sirio.
La preocupación está creciendo, a pesar de la obvia ventaja que trae la afluencia de voluntarios extranjeros a los grupos insurgentes que hace 17 meses desataron la lucha armada contra el gobierno de Bashar al Assad.
Los islamistas de muchos países árabes traen consigo a Siria dinero, armas y su rica experiencia en combate, en otras palabras, todo aquello que faltaba a estos rebeldes “aficionados”.
“Son extremadamente eficaces y sigilosos. Coordinan con nosotros sus ataques al régimen, pero no reportan a nadie. Traen del extranjero armas y explosivos de contrabando que son mucho mejores de los que disponemos nosotros”, dice Anwar, un rebelde sirio de Alepo.
Precisamente esta ayuda a gran escala hace que los rebeldes sirios sean capaces de hacer frente al Ejército sirio y se sientan lo suficientemente optimistas como para rechazar cualquier tipo de propuesta de dialogo con el Gobierno.
Pero lo que distingue a los islamistas ‘importados’ de los rebeldes locales es su entendimiento sobre dónde están los límites del conflicto. “Nuestro objetivo es construir un nuevo futuro y no destruir todo”, afirma Abu Bakr y añade: “Cuando caiga Bashar, podríamos vernos en un nuevo campo de batalla, esta vez contra nuestros antiguos aliados”.
Adeptos del salafismo y wahabismo, movimientos radicales islámicos, así como los devotos idealistas yihadistas que pelean por los “musulmanes oprimidos” están presentes en los campos de batalla en Siria. Noto todo son hombres y armas, también están los millones de dólares provenientes de estados ricos del Golfo Pérsico tales como Arabia Saudita o Kuwait.
Por otro lado, los rebeldes sirios, en su mayoría jóvenes sunitas de pobres zonas rurales, no aspiran a ir más lejos que derrocar al presidente Assad. Algunos de ellos hablan sobre un estado en el que entre en vigor la ley sharia, pero siempre y cuando en el país se establezca la paz y la estabilidad.
Y lo que dicen estos combatientes locales casi seguramente suene demasiado moderado para sus belicosos aliados extranjeros: “un estado donde todos los ciudadanos tengan derechos iguales: los musulmanes y minorías”, o “un futuro no golpeado por la pobreza y no determinado por la religión”.
En realidad, parece que el hombro “amigo” de los combatientes extranjeros se está haciendo demasiado caliente.
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